Ahora tendrías setenta y nueve años .Me da cierto vértigo pensar en ello, porque en mi mente te quedaste como una imagen pausada en la televisión: tus ojos no cambian, el mismo número de canas que se vislumbran bajo el tinte rubio, la misma comisura en tu sonrisa, tu sentido del humor, tu genio invariable, tu dulzura intacta, tal cual, ni más ni menos. Así estás guardada, año tras año, en esta caja rota que tengo por cabeza. Y sí, me da cierto vértigo no ser capaz de imaginarte de otra manera. Me pregunto a menudo cómo habrías sido. ¿Qué sentirían mis dedos surcando tus nuevas arrugas? ¿Cómo habría cambiado el tono de tu voz? ¿Serías aún más pequeña y achuchable? A veces te imagino a mi lado charlando, más viejita y delgada. Otras llamándome por teléfono, preguntando por David, al que por cierto, estabas aún lejos de conocer. En ocasiones recreo nuevas vivencias… No son cosas especiales, sino más bien algo cotidiano; pequeños gestos diarios que no pudimos tener. P
Comentarios
Publicar un comentario