LA VIEJA RADIO

Conchi se levantaba todas las mañanas a eso de las ocho, sin que le hiciera falta el despertador. Lo hacía despacio, mientras sentía cómo crujían todos los huesos de su cuerpo. —Voy a encender la radio —hablaba en voz alta. Eran tantas las horas que pasaba en la soledad de su decrepitud, que ya no la hacía falta hablar con la mente. Todo lo decía en alto, y le daba igual lo que opinaran sus vecinos. —Eso es —decía mientras le daba al botón, con su dedo tembloroso y artrítico—. Esta radio cada vez suena peor. Tendré que llevarla a que la miren. Si estuvieras aquí, Julián, ya la habrías llevado. No me regañes —pedía mirando al aire. Se puso la bata despacio, cogió el pequeño transistor negro, y se dirigió hacia la cocina con paso lento, arrastrando las zapatillas por el parqué crujiente de aquel viejo piso. La puso al lado de la ventana donde sabía que sintonizaba bien el canal si alargaba la antena. A pesar de eso, cada vez se perdía con más frecuencia su señal. —Ya están otra ve